jueves, 29 de abril de 2010

Jovenes Ocultos

Sam Emerson (Corey Haim) y su hermano mayor Michael (Jason Patric) son los típicos jóvenes americanos con intereses normales. Pero tras el divorcio de sus padres, y nada más instalarse en la tranquila ciudad de Santa Carla, una pequeña ciudad de California donde corren rumores sobre vampiros, las cosas empiezan a cambiar misteriosamente. La personalidad de Michael se transforma, comenzando a ir con una banda de moteros liderados por el carismático David (Kiefer Sutherland). Y a su madre no le gustaría ver en lo que se está convirtiendo.
Jovenes ocultos es una película del año 1987 de género cómico-terrorífico sobre una familia de Arizona que se traslada a California y termina enfrentándose a una banda de vampiros adolescentes.

Dirigida por Joel Schumacher cuenta con el protagonismo de los actores Jason Patric, Corey Haim y Kiefer Sutherland, y el coprotagonismo de Jami Gertz, Corey Feldman, Dianne Wiest, Edward Hermann, Alex Winter, Jamison Newlander y Barnard Hughes.
En cuanto al rodaje, lo cierto es que el film se hizo con la modesta cantidad de 5.200.000 dólares y su filmación trasncurrió en totalidad en Santa Cruz (California), si bien los interiores se recrearon en los platós números 12 y 15 de la Warner en Burbank. Fue allí donde se construyó la cueva de los vampiros, guarida de los villanos, y que se le encomendó a Eric Brevig, técnico de efectos especiales de Abyss, Hook o Pearl Harbor, y que, al mismo tiempo, fue el que llevó a cabo los trucajes necesarios para que los actores "pudieran" volar.

El reparto estuvo integrado por Jason Patric -hijo de Jason Miller, el Padre Karras en El Exorcista- en el papel de Michael Emerson, el protagonista, un joven que llega a la ciudad californiana de Santa Carla, junto a su hermano Sam (Corey Haim) ignorantes por completo de la historia del lugar y de sus creencias. El principal rol femenino estuvo protagonizado por Jami Hertz en el papel de una chica semi-vampirizada, por la que se jugará el cuello el héroe. Entre los villanos, destacar la participación del entonces poco conocido para el gran público Kiefer Sutherland como el líder de los vampiros, David, un joven rebelde cuya mayor satisfacción es pasarlo bien, aún a base de provocar escándalos y sembrar el caos y el desorden por donde pasa. Kiefer Sutherland sería a la postre el único actor que alcanzaría un cierto éxito. Pero no debemos olvidar al actor cuya intervención en esta película le haría ganar cierta notoriedad y le daría un relativo pero aprovechado éxito. Se trata de Corey Feldman, quien encarna a Edward Frog, un joven cazavampiros que junto a su hermano Alan (Jamison Newlander) serán los aliados de Michael en su lucha contra los villanos.

Finalmente, la película acabó recaudando en su momento la nada despreciable cantidad de 32.222.567 dólares en cines sólo estadounidenses, a los que habría que sumar 14.100.000 adicionales en conceptos de alquileres de VHS.Jóvenes Ocultos fue muy bien recibida en los cines de los Estados Unidos, recaudando más de 32 millones de dólares –un buen resultado para una película de horror clasificada R, especialmente en esa época.
Critica:
Ganó el premio Saturn a la mejor película de horror de 1987. La película formaba parte de la tendencia de la década de 1980 por adaptar la figura del vampiro a la audiencia del momento. Otras películas similares son Near Dark (Los viajeros de la noche, 1987) y Fright Night (Noche de Miedo, 1985)Novela:
Como ocurrió con otras muchas películas de la época, el escritor Craig Shaw Gardner recibió una copia del guión y se le pidió que escribiera una novela corta que acompañara al lanzamiento de la película. El resultado fue un libro de 220 páginas publicado por Berkley Publishing en 1987. Este libro incluye varias escenas que se eliminaron de la película, como Michael trabajando para conseguir dinero para comprarse su cazadora de cuero. También extiende la aparición de los Nazis del Surf, los pandilleros enfrentados a los Jóvenes Ocultos, que en la película fueron sustituidos por víctimas anónimas. Además incluye otros elementos folklóricos asociados al vampirismo, como la incapacidad de cruzar agua corriente, o el efecto de la sal en sus cuerpos. Este libro se ha convertido en una pieza de coleccionista y su precio se estima entre los 20-150 $.
Secuela:
La pelicula tuvo una secuela que salio a la venta directamente en dvd,bajo el titulo de Jovenes ocultos 2:Vampiros del surf no conto sin embargo con el mismo exito que su predecesora

jueves, 15 de abril de 2010

Guilles de Rais


Gilles de Montmorency-Laval, baron de Rais, llamado Gilles de Rais (o Gilles de Retz) (10 de septiembre de 1404 - 26 de octubre de 1440), fue un noble y asesino en serie francés del siglo XV que luchó en los años finales de la Guerra de los Cien Años junto a Juana de Arco, a la que siguió y en la que creyó siempre.
En esta guerra logró convertirse en mariscal de Francia y amasó una gran fortuna. La buena fama que tuvo en su época de grandioso combatiente contra los ingleses se vio truncada por las atrocidades que cometió cuando se retiró de sus labores militares, después de la muerte de Juana y la caída en desgracia del hombre que lo llevó a la cumbre, George de La Tremoille. Es posible que las acciones escabrosas que realizó tengan que ver con una mentalidad psicópata originada en su infancia. Asesinó a centenares de niños en su castillo acompañado de una macabra corte formada por brujos, alquimistas, videntes, adoradores del diablo, etc. Por esto ha sido considerado como uno de los aristócratas asesinos (era la segunda fortuna de Francia) que utilizaban su poder para cometer fechorías, como por ejemplo Erzsébet Báthory o más delante el Marqués de Sade. Fue un hombre impulsivo cuyos cuantiosos crímenes contrastaban con su exacerbada fe y creencia en la religión cristiana, siguiendo la frase de San Agustín "Felix culpa!" ("Dichosa culpa"), y su anhelado deseo del perdón de Dios. Georges Bataille lo calificó de "niño con poder" o de poseer una "monstruosidad esencialmente infantil" y un carácter "arcaico". Para autojustificarse expresó en los procesos que se le hicieron que actuaba según la naturaleza impuesta por los astros y que no la podía controlar. Según estudios psicológicos, pudo sufrir una gravísima esquizofrenia.

La truculenta historia de su vida inspiró unos de los cuentos más famosos de Charles Perrault, Barba Azul, que cuenta los asesinatos de un noble contra sus diferentes esposas.
Mientras disfrutaba de su mando de mariscal de Francia, ocurrió otro hecho que le marcó: la captura y condena a muerte en la hoguera de Juana de Arco el 31 de mayo de 1431. Pese a que intentó ayudarla contratando un pequeño ejército de mercenarios, aún no se sabe qué pasó para que no llegara a tiempo, ya que tan sólo se encontraba a 25 kilómetros de Ruán, localidad en que se llevó a cabo el juicio. Su última acción en la Guerra de los Cien Años fue en la batalla de Lagny en agosto de 1432, de la cual salió victorioso.Se retiró de la vida militar a la caída en desgracia de su protector el chambelán La Tremoille en 1434 después de la campaña de amparo al duque de Bourbon contra el duque de Borgoña que sitiaba la ciudad de Grancey. Después de este hecho Gilles perdió su condición de mariscal y se refugió en sus posesiones de la Bretaña francesa (concretamente al castillo de Tiffauges, ubicado en la Vendée) en donde se convirtió en todo un demonio y afloraron sus instintos más perversos. Entre la muerte de Juana y la falta de acciones violentas en guerra que tanto necesitaba, se desequilibró más aún la mente enfermiza del mariscal, ya que se había acostumbrado a las campañas, los ataques alocados contra los ingleses, a la sangre y a los muertos por doquier. Esta sed de sangre aumentó y no tuvo freno ya con la muerte de su abuelo Craon en noviembre de 1432, con lo que tuvo ya plena libertad de acción y mucho más dinero para poderla costear.

Declive y crimenes:
Su negra barba de azulados reflejos hizo que se le llamara Barba Azul. Era culto, aunque no reflexivo, ávido de riquezas pero más despilfarrador. Desde este momento se entrega a los más locos dispendios para satisfacer sus más caros caprichos. No se recuerda príncipe o rey que hubiese llevado un lujo semejante. Este hombre tenía pasión por todas las artes, especialmente por la música. Se exacerbaba con los cantos gregorianos llegando al éxtasis. Si oía decir que se había escuchado una hermosa voz, no descansaba hasta conseguir llevar a su servicio a quien la poseía, por muy lejos que estuviera, como los cantores contratados en Poitiers, André Buchet, de Vannes y Jean de Rossingol, de La Rochelle, a quienes pervirtió haciéndoles partícipes de sus orgías y crímenes. Poseía muchos órganos de toda clase.
El sonido de este instrumento le producía tal enajenación, que se los hizo construir portátiles para que le acompañaran en sus menores traslados. Consiguió en su exaltación religiosa ser nombrado canónigo de Saint-Hilaire-de-Poitiers y se rodeó de una comitiva de 50 eclesiásticos junto con 200 soldados de caballería cuya sede se encontraba en la capilla de los Saints-Innocents, en Machecoul.Por otra parte, todo el que acudía a él participaba de su generosidad; el extranjero era bien recibido, cualquiera que fuese su condición, a cualquier hora del día o de la noche; tenía hospitalaria mesa, y era raro que abandonase esa mansión sin salir colmado de dones en especies o en metálico. Gastaba dinero en ostentación para recuperar el prestigio perdido. Realizaba grandes banquetes. Gastó la mayoría de su fortuna en obras teatrales que recordaban sus campañas con Juana y en fiestas para sus extraños amigos y consejeros. Especialmente significativa fue la representación de la batalla del Orleans en mayo de 1435. Esta representación teatral contaba con más de 150 actores, trajes lujosamente detallados, infantería dispuesta con auténticas armaduras y cuadros que simulaban multitudes. La entrada a este espectáculo era gratuita e incluso agasajaba a los asistentes con comida y vinos. La representación costó unas 80.000 coronas de la época. Gracias a la representación de la batalla de Orleans Gilles rememoró sus días de gloria. Además mandó a construir autómatas sobre distintos tipos de pájaros, algo que le hizo menguar su fortuna pero que levantó gran expectación entre las personas que le frecuentaban.
Para procurar el dinero, que le había llegado a ser cada vez más necesario, tuvo que apelar a numerosos recursos y ruinosos contratos. Aposentadores, burgueses y mercaderes son puestos a contribución, y le adelantan a un interés usurario las sumas que, por una generosidad imperiosa, se funden entre los dedos y se hunden en un abismo sin fondo. En 1437 vendió Ingrandes y Champtocé a Juan V de Bretaña por escasos 100.000 escudos. Gilles se aproxima al momento en que se anuncia, amenazadora, la ruina inevitable. Sus cofres están vacíos; su crédito, agotado; los que le rodean en las horas dichosas, presintiendo el desastre, se alejan de él. Ante esta situación se vuelve hacia el esoterismo buscando en la alquimia el modo de fabricar el oro que le falta (se interesó por el secreto de la Piedra filosofal). Se rodeó de una corte grotesca de brujas, nigromantes, alquimistas, entre los que se encontraban Guillaume de Sillé, Roger de Brinqueville, Antonio de Palerno, Heriet, Poitou, Corrillaut, ... Finalmente, cae en manos de un embaucador florentino llamado Prelati quien le asegura que llenará sus arcas gracias a la magia negra.
El mariscal visita con frecuencia a su cómplice, se informa con ansiedad del resultado de las investigaciones. Prelati asegura a su señor que, en una de sus invocaciones, ha visto cerca de él al demonio, pero que esta aparición fantástica se desvaneció sin que hubiera podido pronunciar palabra alguna. El crédulo mariscal tenía un pánico atroz al diablo aunque nunca lo veía, hizo caso de Prelatti, con quien tenía una relación homosexual, y mandó que se redoblasen los ensalmos y los conjuros. En otras ocasiones Prelatti salía herido después de una de sus invocaciones, que siempre se relizaban en un cuarto escondido, causando en Gilles más pánico. Sillé fue el proveedor de todos los elementos para las invocaciones en Tiffauges y el padre Eustache Blanchet el de contratar a los invocadores como Prelatti o La Riviére (el cual vio al demonio en una invocación en un bosque en forma de leopardo, ante la credulidad de Gilles) o alquimistas como Jean Petit, el cual realizó varios hornos para trabajar con mercurio. Sin embargo los hornos creados deben ser destruidos ya que el futuro Luis XI, el delfín, visita a Gilles por una orden del rey Carlos V que condenaba la alquimia como herejía. Es imposible que el mariscal salga bien de sus empresas -ha dicho uno de los familiares de Gilles de Rais- si no ofrece al demonio la sangre y los miembros de niños llevados a la muerte. Porque su lectura habitual la constituyen los más ardientes poemas de Ovidio y el relato que hace Suetonio de los criminales sacrificios que exige el rey del Infierno. ¿Qué le importa el sacrificio de vidas humanas si adquiere a ese precio el poderío que codicia?
A esto se unía además de su voluntad de matar a niños para su disfrute y placer personal.En su afán por procurarse víctimas para sus sacrificios, servidores de Gilles de Rais como Henriet y Poitou recorrían los pueblos y las aldeas buscando niños y adolescentes prometiéndoles que les harían pajes en los castillos del señor de Rais. Siempre en lugares lejanos; incluso en algunas el propio Gilles con amabilidad acudía a casas de los plebeyos para asegurar a los parientes de los niños un prometedor futuro. De las víctimas los padres no tenían más noticias y si preguntaban les respondían que estaban bien. Pronto la gente se alarmó, y de Rais recurrió a los raptos. Entre 1432 y 1440 se llegaron a contabilizar hasta 1.000 desapariciones de niños de entre 8 y 10 años en Bretaña. Pero la gran locura llegaba por la noche cuando él y sus esbirros se dedicaban a torturar, vejar, humillar y asesinar a niños previamente secuestrados.
Después de cada sangrienta noche Gilles salía al amanecer y recorría las calles solitario, como arrepintiéndose de lo hecho, mientras sus secuaces quemaban los cuerpos inertes de las víctimas. El temor se apoderó de los habitantes de los pueblos. Los criados tuvieron que ampliar su campo de acción con lo que el pavor se extendía más y más. Hasta que las murmuraciones se convirtieron en gritos que llegaron a las más altas autoridades.
Llegó a utilizar varias de sus posesiones (no sólo el castillo de Tiffauges) para cometer sus fechorías, como el castillo de Machecoul, el de Champtocé y la casa de la Suze.
Una vez se aprovechó de unos niños que eran mendigos y que fueron a pedir limosna inocentemente a su castillo. Gilles los violó y desmembró. A algunos los violó ya muertos y con las entrañas al aire. Una vez muertos los abrazaba fuertemente y deliraba; en otras ocasiones se reía ante los últimos extertores del niño y muchas veces cortaba la vena yugular haciendo brotar la sangre, causándole gran placer.
En algunas ocasiones cuando asesinaba a una de sus víctimas se arrepentía y juraba partir hacia Tierra Santa para redimir sus pecados, pero al poco tiempo volvía a cometer las mismas atrocidades.Durante los ocho años de terror, Gilles parecía no vivir en un mundo real, rodeado de gran fastuosidad y como si no se diera cuenta de las brutales acciones que llevaba a cabo. Según contó en el juicio que se le hizo, junto con su grotesca corte, cortaban las cabezas de varios niños recién muertos y hacían competiciones para elegir los rostros más bellos.
Las cabezas eran ensartadas en picas y las iban calificando.
Se llegó a contar que estas calificaciones las firmaba el mismo diablo, que un brujo llamado Rivière podía invocar al diablo, o a uno llamado Barrón, al cual le ofrecían sacrificios como los órganos, ojos, corazones, etc., de las víctimas; todo esto bajo orgías sexuales y etílicas.
En continuadas ocasiones el hermano de Gilles, René, intentó salvar el patrimonio familiar que Gilles estaba vendiendo, incluso con la ayuda del rey crearon una ley por la cual no podían vender más posesiones. René logró comprar el castillo de Machecoul, y vio que en este lugar se encontraban los esqueletos de más de 50 niños. Quiso silenciar lo que vio para evitar posibles malentendidos contra él.
Investigacion,captura y ejecucion:
Pero llegó el momento de que todo esto acabara, y ese momento fue cuando el obispo de Nantes, Jean de Malestroit, investigó las desapariciones de Bretaña y vio que no eran casuales. Malestroit descubrió los crímenes gracias al hecho de que en plena depresión Gilles vendió uno de sus últimos castillos, el de Saint-Etienne-de-Memorte al tesorero de Juan V, Geoffroy de Farron; se enteró Gilles de que un primo suyo, señor de Villecigne, quería comprar el castillo y creyó que Le Farron no aceptó la anulación. Este dejó a su hermano Jean, hombre eclesiástico, al frente del castillo; Gilles en otro de sus impulsos atacó a la iglesia donde Jean celebraba misa y secuestró a este encerrándolo en Tiffauges. El ataque fue conocido por el duque de Bretaña y por el propio Malestroit. Juan V mandó a su hermano el condestable del rey a rescatar a Jean Le Farron mientras él intentaría la paz con Gilles. Al final Gilles de Rais fue capturado el 15 de septiembre de 1440 cuando se presentó a las puertas del castillo de Machecoul, donde estaba entonces Gilles de Rais, un grupo armado al mando del capitán Jean Labbé, que iba acompañado por el notario Robin Guillaumet, en nombre del obispo de Nantes. Portaban órdenes del duque. Era el fin. Gilles de Rais se entregó, junto con Prelatti, Blanche, Henriet y Poitou, y fue llevado a juicio, y el 19 del mismo mes, es decir, cuatro días después de su detención, empezó el interrogatorio que continuó el día 28, y los días 8, 11, 13, 15 y 22 de octubre.
En el juicio (altamente detallado y del que aún existen los escritos del siglo XV), pasaba del insulto a los jueces al hundimiento más absoluto y fue encerrado en una prisión acomodada por su condición de noble. Se declaró al principio inocente, pero en uno de los trastornos de personalidad que ya sufría de años atrás, rectificó y se declaró culpable quedando muy arrepentido de lo que había hecho el día 15 de octubre y finalmente el día 22 ante los jueces eclesiásticos, comandados por el obispo de Saint-Brieuc, documentó todos los asesinatos y las vejaciones que practicaba a los niños (de entre 7 y 20 años), actuaciones pedófilas, rasgaduras, colgamientos del techo por ganchos, decapitaciones, etc. Dijo que hasta había bebido la sangre de los niños, incluso cuando estos aún estaban vivos, que "necesitaba aquel goce sexual" y que escribió un libro de conjuros con la supuesta sangre de los asesinados. Fueron confesiones tremendas, toda Francia se convulsionó ya que la gente no se creía que uno de sus héroes fuera un hombre tan vil. Se llegaron a constatar 200 víctimas aunque probablemente fueran muchas más. Fue condenado por asesinato, sodomía y herejía.
Fue tanto el horror que provocó su confesión que durante el juicio, uno de los presentes cubrió el crucifijo que presidía la sala por la vergüenza que generaban sus palabras. Según crónicas de la época las paredes emanaron sangre que lentamente se deslizó hacia el piso como buscando redención.Ante su desmedido arrepentimiento fue incluso objeto de compasión de clérigos y plebeyos y se concedió la petición de que fuera una comitiva detrás de él hacia su lugar de ejecución.
Finalmente el día 26 de octubre de 1440, Gilles de Rais junto a dos de sus más perversos colaboradores, habiendo rechazado la gracia real (perdón de la pena que se le extendía por ser Par de Francia) fue conducido al prado de la Madeleine en Nantes para ser decapitado. Sus restos fueron enterrados con solemnidad en la iglesia de las carmelitas de Nantes, a petición del mariscal.
Fragmentos de la declaracion de Guilles de Rais en el juicio:
"Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes –niños y niñas- y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos –aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto- y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados".
"Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente".
"Contemplaba a aquellos que poseían hermosa cabeza y proporcionados miembros para después abrir sus cuerpos y deleitarme a la vista de sus órganos internos y muy a menudo, cuando los muchachos estaban ya muriendo, me sentaba sobre sus estómagos, y me complacía ver su agonía...".
"Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba.
"Creí en el Infierno antes de poder creer en el Cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario".
"Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías".
"En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar".
"Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos”.
“Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo… Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla”.













































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